El siglo XX fue una centuria convulsa y preñada de cambios, de grandes revoluciones sociales y económicas cuyo contrapeso fue la proliferación de dictaduras que intentaban poner freno a unas libertades lentamente conquistadas ligadas a la consecución de sociedades más justas, igualitarias, y con un mayor reparto de la riqueza. Uno de los movimientos sociales heredados del siglo XIX y que a lo largo de este período empezaba a ponerse en práctica era el feminismo. Desde la demanda de las mujeres a acceder a la educación primaria y secundaria -más adelante también la superior-, hasta cambios en una legislación que se basaba en una presunta superioridad de los varones y que concebía a las mujeres como permanentes menores de edad. Otra de las exigencias básicas del siglo fue la reivindicación del derecho al voto.
En este contexto nacieron las artistas que reúne la Galería José de la Mano en su stand de ARCOmadrid 2020, con una diferencia de unos 40 años, durante la primera década de la centuria. La mayor lo hizo nada más principiar el siglo; la más joven en plena Segunda Guerra Mundial. Fueron sin duda unas décadas fundamentales para el proceso descrito sumariamente más arriba siendo los años 20 y 30 especialmente felices y fructíferos, si bien no exentos de sobresaltos; mientras que en los años 40 se sancionó una vuelta al orden generalizada. Unas décadas en las que las mujeres tenían acceso a una cierta educación superior (si bien veremos cómo dicha formación no siempre estará reglada, por lo que se ha calificado de autodidacta a alguna de estas creadoras de forma harto inexacta), aunque no todas se profesionalizaban. Solía ser común que las muchachas dejaran de trabajar, e incluso de estudiar, cuando se casaban, centrando su existencia a partir de ese momento en la familia, una labor -el cuidado y educación de los otros- sin remuneración ni jubilación. Aquellas que resistieron el envite y que iniciaron una trayectoria profesional participaron en distintas exposiciones y eventos que no siempre contaron con excesiva fortuna crítica.
Las artistas aquí presentes en principio no tuvieron una relación profesional o amistosa, ni expusieron juntas o conformaron un colectivo. Sin embargo, todas ellas desarrollaron gran parte de su carrera profesional en tiempos de dictadura y en países de cultura ibérica y latinoamericana: España, Portugal, Argentina y Brasil. Además, centraron una parte de su producción, de la que aquí se presentan distintos ejemplos, en los discursos predominantes de esas dos décadas: la abstracción geométrica y el arte conceptual. En estudios que hemos realizado con anterioridad hemos podido constatar cómo la mayor parte de artistas que se profesionalizaron entre los años 50 y 70 se encontraban bastante aisladas, contando casi exclusivamente con referentes masculinos; desconocían el trabajo que otras mujeres estuvieran desarrollando, incluso en su propia ciudad. Líneas paralelas para las que las conexiones internacionales quedaban muchas veces fuera de sus posibilidades. No olvidemos que la citada vuelta al orden acaecida tras la Segunda Guerra Mundial encerraba a las mujeres en el hogar, con la inherente pérdida de libertades ganadas en las primeras décadas de la centuria, y a quienes las dictaduras convertían en seres dependientes del varón, que era el que decidía si podían estudiar, sacarse el carnet de conducir, o viajar solas.
Finalmente, estas artistas coinciden en otra circunstancia: una vez pasados los años, la memoria se diluye construyéndose una historia del arte que se resiste tozudamente a reflejar nombres femeninos en su relato. Por ello, casi todas ellas se caracterizan hoy por ser prácticamente desconocidas no solo para el gran público, sino también de una importante parte de la comunidad artística de creadores y teóricos. Sus trayectorias están despertando en los últimos años un interés inusitado que ha generado revisiones y reseñables proyectos retrospectivos o antológicos que, para algunas de ellas, son prácticamente las únicas referencias existentes. Una reescritura de nuestra historia que exige en ocasiones tirar de hilos, construir nuevas redes y desempolvar viejos recortes de prensa.
Texto por Isabel Tejeda